Siempre me confundo con la palabra reaccionario. A mí me suena a alguien que reacciona, que se rebela a algo, pero significa exactamente lo contrario. Un reaccionario es alguien que quiere que nada cambie.
Reaccionarios o revolucionarios... da lo mismo; lo importante es el cambio, que no se detiene.
Todo cambia, permanentemente. Podemos mantenernos sin reacción mucho tiempo, pero siempre llega el momento de la revolución. Cuando empezó la revolución, no se puede detener con nada. La revolución es una reacción, una reacción hacia algo injusto. Algunos se resisten al cambio, hasta que el cambio es irresistible y es imposible no reaccionar; no dejarse llevar por esa revolución que nos cambia la vida radicalmente.
Acción, reacción, así avanza el mundo, así cambia la vida.
El reaccionario, dicen, le teme a los cambios. El revolucionario quiere cambiar el orden de las cosas, del mundo que siente injusto. Yo creo que uno no puede convivir sin el otro. Para que la historia avance, alguien tiene que proponer el cambio, y alguien oponerse. De esa puja vital surge el cambio; los retrocesos, y los avances. El revolucionario de hoy es el reaccionario de mañana. Algunos apuestan al cambio; otros le temen tanto que intentan frenarlo, y si es posible, matarlo.
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